Falta de espigas, un problema en un sistema SATE

La ausencia de un número suficiente de espigas en un sistema SATE supone un riesgo para la estabilidad estructural del sistema. ¿Su función? Restringir los esfuerzos producidos por la acción del viento que incide en los paramentos verticales.

Su número puede variar en función de la capacidad del soporte y del tipo de espigas y deben anclarse a la zona resistente a la fachada con la profundidad necesaria, teniendo en cuenta que los acabados decorativos no se consideran un soporte de anclaje adecuado.

La longitud y el diámetro de las espigas dependen de los muros correspondientes y del material aislante. Su colocación se realiza una vez instalado el aislamiento y antes de la capa de armado con una distribución regular.

El número de espigas varía en función de la altura y de la situación en la fachada (superficie o borde).

La distribución de las espigas en la envolvente vertical dependiendo de la altura del inmueble.

La selección del tipo de fijación y la cantidad de las mismas deben de estar de acuerdo con los resultados obtenidos en el cálculo de carga para la envolvente objeto de estudio, teniendo en cuenta las cargas de viento que inciden en ellas. Prestando especial atención a las superficies donde esta carga es mayor, como las esquinas de las fachadas.

Ejemplo de inmueble. Edificio de cuatro plantas más el bajo-cubierta, con una altura que ronda los 18m. Con estos datos el número de espigas a colocar en el sistema sería de 12 por metro cuadrado en los bordes y de 6 unidades en el resto de la fachada.