Para poner en el mercado una pintura con la etiqueta de “anticorrosiva” son necesarios largos procesos de ensayo en laboratorios propios e independientes y someterla a pruebas extremas que confirmen que efectivamente lo es. El objetivo es ver cómo se comporta una pintura ante determinadas condiciones y saber el resultado que pueden dar con el paso del tiempo.

Para ello en JUNO contamos con nuestro propio laboratorio en el que realizamos estas pruebas a imprimaciones, acabados, sistemas completos… sobre chapas de aluminio o de acero. Disponemos de una máquina que reproduce las condiciones donde se daría la corrosión para ver cómo se comportan las pinturas. Se trata de una máquina de niebla salina que funciona las 24 horas del día y los siete días de la semana bajo unas condiciones de temperatura (35º) y presión (1 bar).

Los ensayos se realizan de la siguiente manera:

  1. Se pinta sobre una chapa con el producto que se quiere testar y se hace un corte a la chapa.
  2. A continuación, se introduce la placa metálica en la máquina de niebla salina 1440 horas (60 días), que es lo que exige la norma para considerar una pintura anticorrosiva.
  3. Pasado ese tiempo se saca, se deja templar y secar y se le aplica un decapante para que la pintura se desprenda y se vea lo que ha sucedido detrás.

Para que una pintura se considere anticorrosiva el área corroída tiene que medir menos de 2mm de media desde el corte. En este caso se ha realizado la prueba con la pintura industrial DYNAFAST cuyo resultado ha sido positivo.

Realizado y superado este ensayo interno es necesario seguir probando la resistencia de las pinturas y se realiza otra prueba más en un laboratorio externo para que se certifique con la ISO 12944 'Pinturas y barnices: protección contra la corrosión de estructuras de acero mediante sistemas de pintura protectora'

Un proceso largo y muy exhaustivo que nos permite tener un producto de máxima calidad y solvencia en el mercado.